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Greivis mostraba talento desde niño, pero era flojo

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Greivis Vásquez utilizará el número 21 en Memphis.

Greivis Vásquez utilizará el número 21 en Memphis.

Todos hablan hoy de Greivis Vásquez. Todo el mundo lo conoce. Todos saben en cuál universidad jugó en la NCAA y cuál conjunto de la NBA lo tomó.

Antes de ser lo que es hoy, Greivis era un muchacho común y corriente, que empezó a jugar en las canchas del barrio, de donde sale la mayoría de los basqueteros de este país. La historia del armador empezó a forjarse en Coche y en el 23 de Enero.

“Cuando a Greivis lo trajo el papá tenía seis años. Siempre fue activo, lo de él era jugar y jugar. Ya se veía que estaba por encima. Mi problema con él es que era demasiado competitivo, se ponía a llorar cuando uno lo sacaba. Él no entendía que había que rotar a los demás jugadores”, contó José Antonio Prieto, mejor conocido como Jim, fundador de la Escuela de Baloncesto José Antonio Rodríguez (JAR), que funciona desde hace 27 años en la cancha del Festival 67 de Coche, la misma donde el ahora NBA dio sus primeros pasos en el deporte.

“La vez que más me impresionó fue cuando tenía ocho años. Estábamos en unos interparroquiales y a nivel de juego ya estaba emparejado con los chamos de 10. Él venía a las prácticas y traía cosas que no eran de su edad y todo eso era por Rommel Colina (ex jugador profesional). Ellos eran vecinos y Greivis siempre estaba con él. Verdaderamente, quien lo formó basquetbolísticamente fue Rommel”, afirmó Prieto sin mezquindad.

“De lo que sí yo puedo estar orgulloso es de que tuve mi grano de arena inculcándole humildad, y eso él lo ha mantenido. Sin la personalidad no se es nadie en ningún lado. Eso trato de enseñárselos a mis alumnos. Los logros de mi escuela no son de juegos ganados, yo entreno porque yo quiero que mis alumnos sean los mejores ciudadanos de Venezuela, y Greivis le hace honor a eso”, agregó.

Después al 23

Hasta los 13 años, Vásquez estuvo en la escuela JAR, pero luego decidió cambiarse al 23 de Enero por la cercanía con la familia materna.

“A los 13 arrancó conmigo, pero antes, a los 12, ya había ido al campeonato nacional de minibásquet en Punta de Mata, y yo lo dirigí ahí. En ese torneo quedó más valioso con 38 puntos. Arrancamos un ciclo en el que les ganábamos a las generaciones de uno y dos años mayores que nosotros”, recordó Manuel Rojas, fundador de la Escuela Bravos del 23, que funciona desde hace 22 años en el bloque 1 de La Silsa. “Aquí él se afianzó como jugador. Trabajamos mucho, y eso nos llevó al Suramericano de Cadetes en Cúcuta (tenía 16 años). Allí quedamos campeones. Después pudo conseguir su beca para ir a Estados Unidos. Gracias a Dios, muchas personas lo ayudaron”.

Era flojo al comienzo

Los dos entrenadores de Greivis durante su niñez y su adolescencia coincidieron en que el hoy miembro de los Grizzlies de Memphis no era muy dado con el trabajo físico. “Lo de él no era la parte física, sino jugar. No dormía por estar en la cancha”, recordó Jim.

“No le gustaba entrenar. Era flojo para correr, para hacer flexiones de pecho, pero por jugar lo daba todo. A veces se iba a torneos escondido de mí, no pensaba en las lesiones. En ese tiempo era flaquito, con una tremenda nariz. Yo le decía nariz de pimentón”, dijo Rojas.

Por: Reiner Izturriaga/Líder

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