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El fútbol, el triunfo y todos sus amigos…

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Andrés Ponce marcó el tanto de la victoria venezolana ante Ecuador. Foto: AVN

Andrés Ponce marcó el tanto de la victoria venezolana. Foto: AVN

Andrés Ponce marcó el tanto de la victoria venezolana. Foto: AVN

Caía la tarde del 18 de marzo del 2007 en la pintoresca ciudad de Quito. El fútbol y sus inexplicables vicios ponía en el ring a Venezuela y a la anfitriona, en la fase final del Sudamericano sub 17, rumbo al Mundial que se realizaría en Corea del Sur.

Un gol de Ángel Rivera, al minuto 50, le regaló una copa de ese delicioso vino llamado triunfo a nuestra selección nacional. Días después, llegaba el verdadero reto, buscar el empate frente a Colombia para clasificar. El destino y su eterna misantropía, tenía otro plan. Goleados por los neogranadinos 5×0, quedábamos fuera de lucha.

El estrés postraumático de aquella derrota frente a Colombia se transfirió a las siguientes dos generaciones. En el 2009 sólo se cosechó un empate y en el 2011 se perdieron los cuatro matches de primera ronda. Terrorífico. Pero, como la madre que castiga al niño y luego lo premia por sus buenas calificaciones, así es el fútbol.

Eterno amante de lo absurdo. Uno de sus mayores caprichos nos llevó a esperar seis años y 17 días para celebrar otro triunfo vinotinto. Las casualidades no existen. Las causalidades, sí. Ecuador inició la maldición, y frente a Ecuador se exorcizaron los demonios del pasado. Esta vez fue Don Andrés Ponce quien con esa genética goleadora y la perfecta ejecución del principio que reza ‘llegar es mejor que estar’, logró perforar las redes ecuatorianas. Muchas gracias, amigo Cevallos.

En líneas generales fue un partido durísimo. Exigente tácticamente. El dibujo que Rafael Dudamel regaló fue agresivo. El 3-4-1-2 tiene como premisa la imperiosa necesidad de tener un líbero killer en zona 1. Lo tenemos, y un par de carrileros que se subleven al fundamento de la solidaridad-desgaste. Caravallo, un guerrero. Amo y señor de su espacio. ¿Alguien puede asegurar que sólo tiene dos pulmones? Tineo y Marrufo bailaban al ritmo que Franco Díaz, ofrecía. Díaz, ese líbero, que se vistió de Mascherano. Exquisito.

Resta sólo evolucionar en la creación y terminar de vencer ese terror que ha impregnado a anteriores selecciones, el de la posesión de balón. El fútbol ama a quienes aman la pelota, ¿verdad Guardiola? Tenemos elementos para crecer en gestación. Rolando Peña, es un poeta. La pelota lo reconoce, se rinde a sus pies. Saullzman, también.

El triunfo jamás debe eclipsar los puntos que hay que mejorar. Son varios, pero crecer y ganar al mismo tiempo, es la mejor sensación que un cuerpo técnico puede tener.

El sábado es la segunda batalla, y contra el anfitrión. Argentina, no te tememos.

Por: Geoff. Hernández. R.

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