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«Con el cuchillo entre los dientes»

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Los venezolanos dejaron todo en la cancha ante Colombia.
Los venezolanos dejaron todo en la cancha ante Colombia.

Los venezolanos dejaron todo en la cancha ante Colombia.

Cuenta la leyenda que Stede Bonnet era un terrateniente de clase media en la pobrísima nación de Barbados en el año de 1.716, y todo marchaba con rutinaria regularidad en su vida, hasta el oscuro 20 de enero de 1.717, día en que unos piratas violentaron y arrebataron la mayor parte de su riqueza, dejándolo solo con un par de centavos.

Este acontecimiento infestó el odio del joven hacia los piratas, y juró que no habría mejor forma de luchar contra ellos que haciéndolo con su propio ejército naviero. Pasó el tiempo, y en una batalla en la antigua Francia su pelotón quedó disminuido, y cuando la derrota era casi inminente, el jefe Bonnet, sacó la garra de líder y gritó esa frase que trascendería en la historia: “A por ellos, con el cuchillo entre los dientes, carajo”. Ganaron y fueron inmortales.

La evolución multicultural del fútbol ha llevado a la táctica hacia un peldaño más abajo de lo debido. El desconocimiento teórico es el culpable. Jerarquizar los procesos se ha convertido en una ardua tarea para nosotros los analistas, sobre todo cuando la mayor parte del observador futbolero prefiere aún la forma para llegar al resultado, antes que el resultado mismo. Paradójicamente, cuando no existe ruta para lograr el triunfo, se nos olvida la posesión, los disparos, el volumen de juego creado, etcétera. En fin, la democracia, aquel viejo concepto político está más vivo que nunca, y si hablamos de fútbol, ni te cuento.

Venezuela ayer se jugaba la clasificación directa al hexagonal final del Sudamericano sub 17 en Argentina. Un triunfo llevaba a los hijos de Dudamel a disputar la última fecha de la primera fase por mero cumplimiento de calendario, pero al frente tenía a una selección neogranadina confusa, abarrotada de talento, pero carente de una idea efectiva.

Los primeros 45 minutos fueron trabados, llenos de ruido futbolísticos. Muchas faltas, y mucha suerte para la Vinotinto. Dos travesaños y un par de participaciones correctas del golero Velázquez mantuvieron la igualdad en el marcador.

El infortunio llegaría al inicio del segundo tiempo, cuando el ‘ello’ (esa parte infantil que nunca nos deja según la teoría de Freud) traicionó al líbero, al capitán,a Franco Díaz, quien por violencia desmedida saldría del partido expulsado. He visto falta más fuertes y han sido de amarilla. Luego de eso, comenzaría una nueva saga del Fantasma de la Opera. Drama, angustia, sufrimiento. Los ingredientes necesarios para producir un día épico. Así fue.

Benítez-Ronaldo-Ponce-Velázquez y el mejor del partido, Caraballo, empujaron al equipo hacia el colofón. Soportar la tromba que Colombia ofrecería al tener un hombre más en cancha. Por suerte, siempre fue con más tozudez que, con organización. Despliegue, presión, orden en todas las líneas. Ese fue el guión que no paraba de gritar Dudamel desde el costado. Mucha influencia tuvo el técnico, arengando y ordenando en primera persona las transiciones del equipo. 0-0, así terminó el encuentro. Júbilo colectivo en la esquina vinotinto y frustración en la colombiana. El orden siempre debe ser aplaudido, jugar con el cuchillo entre los dientes, también.

Ya hay cuatro unidades. Con un empate frente a Paraguay bastaría para clasificar. Curiosamente, podríamos pasar a la siguiente ronda con un solo gol marcado. El cliché del fútbol total retumba en muchas cabezas hoy, y la pregunta que surca el oxígeno futbolístico venezolano es: ¿vale más el camino hacia el resultado, que el resultado mismo?

Por: Geoff. Hernández. R. / @GeoffHernandez

El fútbol, el triunfo y todos sus amigos…

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