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Mirada atenta: Es hora de bajar la guardia

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El paso de César Farías por las selecciones nacionales de fútbol ha estado lleno de polémica. Desde el primer día de ser anunciada su contratación hubo una respuesta negativa por parte de un buen sector de la afición que solicitaba la presencia de Chita Sanvicente y le reclamaba a la FVF la falta de credenciales del cumanés para ejercer el cargo de entrenador vinotinto. Ese divorcio con el público se mantiene.

A mucha gente no le gusta el estilo de Farías, su lenguaje corporal sobre todo, y creo que César hace poco por alcanzar un poco más de popularidad. Y todo esto pese a que con él al frente Venezuela clasificó a su primer campeonato mundial, el sub-20 de Egipto, y cerró con nota alta las eliminatorias a Suráfrica 2010.

A Farías tenemos que reconocerle que tomó la selección cuando el sartén estaba caliente tras la renuncia de Richard Páez, sabiendo perfectamente lo que eso suponía; apostó por la renovación de nuestro equipo nacional, le dio opciones a jugadores poco usados en el pasado; es un trabajador incansable que está permanentemente actualizándose… Sin embargo, también demostró ser muy poco autocrítico e intolerante frente a voces disidentes.

La crítica forma parte de la ecuación y eso Farías no lo termina de entender. Tiene puesto el uniforme de batalla todo el tiempo, lo que ha generado un clima hostil alrededor de la Vinotinto. Las dos últimas dos ruedas de prensa fueron lamentables. La primera terminó abruptamente porque no le gustó una pregunta que le hicieron (el grito de “falso” estuvo de más), mientras que usó la segunda para descargar su rabia.

Entiendo que esté cansado de los pseudos periodistas que preguntan estupideces o aquellos que asumen posiciones personales cuando tienen al DT enfrente, pero tiene que controlarse. ¡No todo puede ser una pelea!

Aunque no está en la selección para hacer amigos sino para conseguir resultados, Farías debe comprender que en estos casos la beligerancia es contraproducente. Paradójicamente, su puesto no está en juego, cuenta con el respaldo absoluto de Rafael Esquivel que le asegura su permanencia sin importar la cantidad de cuestionamientos que se produzcan. Eso sí, por el bien del proceso tiene que bajar la guardia. Un ambiente mucho menos cargado sería de gran ayuda para el transitar tan exigente que nos espera.

Por: Francisco Blavia/Líder

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