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El juego perfecto

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La columna semanal del periodista Leonte Landino refleja la realidad de los «códigos» dentro del béisbol basado en la reciente situación que se presentó con Alex Rodríguez, de los Yankees, y Dallas Brande, de los Atléticos. Landino detalló los «códigos» no escrito de la pelota.

Los benditos códigos

Jugaban los Yankees de visita en Oakland el pasado jueves y perdían 4-2 en la sexta entrada cuando Robinson Canó tomaba turno ante el lanzador Dallas Braden.  Alex Rodríguez corría en primera base con un out.

Canó conectó un elevado altísimo hacia territorios de la tercera base y Rodríguez partió a toda máquina, pero la pelota se abrió y cayó en la zona de foul. A-Rod ya estaba casi en la tercera base cuando buscó acortar el camino de regreso hacia la primera trotando por el medio del montículo pisando la caja del lanzador.

Ante la situación el lanzador Braden rompió su ira y le reclamó al corredor sobre una de esas reglas no escritas en el béisbol: “Nadie se mete en el montículo; es el espacio privado del lanzador”. 

En el próximo lanzamiento Canó conectó un rodado al cuadro que sirvió para realizar la doble matanza que cerró la entrada.  Braden le gritó a Rodríguez: “No te metas en mi montículo”, visiblemente agitado y enfurecido por el gesto considerado en contra de los códigos del béisbol.

Rodríguez respondió con una palmada al aire en señal de indiferencia ante el reclamo.

“No me importa si yo soy el Cy Young o el último jugador en el róster, sólo quería decirle claramente que yo todavía estoy ahí y que tengo la bola en la mano y es mi montículo”, dijo Braden después del partido aún enojado. Las cámaras captaron su frustración cuando regresó al dugout y su arranque de rabia el cual fue apoyado por sus compañeros quienes criticaron la brecha al ese código de etiqueta no escrito en el terreno, el cual no es la primera vez que es quebrado por el dominicano.

“Si él quiere pisar un montículo que se vaya para el bullpen”, dijo Braden.  “Ese es mi montículo.  Yo no me meto en su territorio en la tercera base” agregó.

A-Rod se mostró sorprendido.  “Me dijo que me quitara de su montículo.  Yo me sorprendí porque nunca había escuchado de eso, especialmente viniendo de un lanzador que tiene sólo un puñado de victorias”, dijo.

Y luego vino la guerra de palabras…

“Es verdad no tengo un puñado de victoria, tengo tres… haz la matemática A-Rod”, dijo Braden quien mejoró su marca a 3-0 esta temporada.

“No tiene importancia”, replicó Rodríguez.  “No sabía que me hablaba a mí.  De hecho pienso que es muy cómico… nunca había escuchado eso en mi carrera”.

“Él es un tipo inteligente, sabe lo que hizo.  Debería ver más hacia su compañero Derek Jeter, el nunca haría eso. Él es un jugador que estará en el Salón de la Fama y debería honrar y respetar el juego y a nuestro equipo”, recargó Braden.

Esta discusión nos lleva a revisar esos códigos no escritos en el béisbol.  Son como unos mandamientos que por respeto al juego se mantienen presentes en todos los noveles del juego.  Obviamente en el nivel más alto son aún más respetados y traspasados.

Sin embargo, cuando se rompen se considera deshonesto y “sucio” por una parte; pero por otra es visto como un acto competitivo, provocador e intenso.  A-Rod, en este sentido es un perfecto ejemplo en varias ocasiones en su carrera de cómo el romper los códigos puede generar ambas percepciones.

Los mandamientos no escritos

  • Estos son algunas de esas reglas no escritas que se respetan en el terreno de juego, no penalizadas:
  • Nunca te robes una base cuando el marcador esté sumamente amplio y tu equipo tiene la ventaja.
  • Nunca toques la bola para tratar de romper un juego sin hits ni carreras.
  • Nunca abaniques un lanzamiento en conteo de 3-0 cuando tu equipo tiene una ventaja considerable.
  • Pégale la bola a un jugador del equipo contrario cuando un jugador de tu equipo ha sido golpeado.
  • No celebres demasiado un cuadrangular de forma airada para humillar al lanzador.
  • No muestres arrogancia en el montículo ante un ponche para humillar al bateador.
  • No grites en el terreno de juego para tratar de confundir a la defensiva contraria.
  • Si hay una pelea en el terreno todos los jugadores en uniforme deben salir a defender a su equipo.
  • Los corredores en la segunda base no deben robar las señales del receptor contrario y enviar señales disimuladas al bateador.
  • Los bateadores no deben mirar de reojo las señales del receptor contrario.
  • Las deslizadas en las bases deben hacerse con los spikes hacia abajo.
  • Nunca trates de golpear o tumbar la bola del receptor en una jugada en el plato en un juego de exhibición.
  • Si un lanzador mantiene un juego sin hits, déjalo sólo… nadie le habla.
  • Si se está produciendo un juego sin hits, no lo menciones hasta la novena entrada.  Sólo se celebran los últimos tres outs.
  • No abaniques un lanzamiento después de dos cuadrangulares consecutivos. Respeta el estado mental del lanzador contrario.
  • No amagues a un corredor si no tienes la bola.  Podría causar lesiones.
  • El montículo es el santuario del lanzador…. respétalo.
  • Lo que se habla en el clubhouse… ¡Se queda en el clubhouse!

Jason Turbow y Michael Duca son los autores del libro “Baseball Codes: The unwritten rules” (Los códigos del béisbol: Las reglas no escritas).  En esta obra se detallan y descifran detalles del juego que sólo se conocen por quienes han pisado el terreno de juego en cualquier nivel y que datan de antecedentes históricos la evolución de estas reglas.

Todo se basa en el respeto por el oponente, en no humillar, en la gallardía en el terreno en un juego de caballeros.   Estos códigos para muchos son la base del juego, pero otros históricamente los han trasgredido aduciendo su espíritu competitivo y guerrero.  

Así Alex Rodríguez, el jugador de béisbol más caro y completo de las Grandes Ligas y un seguro miembro del Salón de la Fama ha sido tildado de utilizar ese juego sucio para su beneficio.  Quizás una razón más para la larga lista de factores por los cuales muchos en el mundo del béisbol lo odian deportivamente. 

Pero el antesalista de los Yankees comparte estos sentimientos con muchos que cómo él rompieron en una u otra ocasión los benditos códigos, entre ellos Ty Cobb, Honus Wagner, Rogers Hornsby, Pete Rose, Rickey Henderson y Bob Gibson.   Todos ellos son miembros del Salón de la Fama.

George Bamberg, un exlanzador de los New York Giants y los Orioles en la década de los 50, expresa una frase en el libro de Turbow sobre los códigos y los engaños:

“No jugamos béisbol.  Jugamos béisbol profesional.  Los aficionados juegan juegos.  A nosotros nos pagan para ganar juegos.  Hay reglas y hay consecuencias si las rompes.  Si tu eres un profesional tu no decides hacer trampa basado en la premisa del bien o el mal, lo haces pensando que es posible que nadie se dé cuenta y cuál sería la penalidad.  Un tipo que hace trampa en una juego de cartas es un tramposo, pero un profesional que ensaliva la bola para mantener a su familia es un competidor”.

Y en 1961, Rogers Hornsby, miembro del Salón de la Fama y uno de los más insignes bateadores en la historia declaró: “He estado en el béisbol profesional desde 1914 y he hecho trampa, o he visto a otros hacer trampas en mi equipo en prácticamente cada  juego.  Tienes que hacer trampa.  Si jugara estrictamente por la regla estaría dándole de comer a mis perros desde hace tiempo en vez de ganarme la vida jugando pelota por 47 años”.

El joven lanzador de Oakland, Dallas Braden, jugó a ser un idealista.  Como todo un ligamayorista sabe las reglas y las entiende, pero la veteranía de A-Rod se impuso desestimando sus comentarios.

Al final del camino, A-Rod conectará 700 cuadrangulares y Braden nunca llegará ni siquiera a verlos; y no es que la trampa o la falta de gallardía se impone, pero en el béisbol la competitividad permite tocar ciertos bordes, para muchos inaceptables, pero perfectamente justificables para quien lo hace.

Saludos desde la distancia.

Por: Leonte Landino

www.eljuegoperfecto.com

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