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Análisis: ¿Por quién doblan las campanas?

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Alexander González fue clave en el gran partido que hizo Venezuela. Foto: Nelson Pulido

Alexander González fue clave en el gran partido que hizo Venezuela. Foto: Nelson Pulido

Alexander González fue clave en el gran partido que hizo Venezuela. Foto: Nelson Pulido

El general Golz le dictó una misión al novel Robert Jordan: Destruir un puente para evitar la contraofensiva del bando Nacional durante la segunda batalla de Segovia. Llegando a la zona escogida, Robert asumió la posición de líder y, lacónicamente, gestó un plan lleno de contradicciones, en el cual entendió que la autosuficiencia es la génesis del fracaso. El hombre es un “ser colectivo”. No solo en la vida, sino en el fútbol.

Dinámica de lo impensado. Súbdito de lo absurdo. Eterno amante de lo ilógico, eso es fútbol. Viernes 22 de marzo, en la friolenta noche bonaerense. El hades se tiñó de vinotinto. Brasil se alejaba peligrosamente. No por deseo personal, sino por la perfección de Messi y Gago. Caos colectivo. Como el fútbol es un vaivén de emociones, habría revancha enseguida. El oxígeno mundialista se presentaba trajeado de Colombia. De vida o muerte era el partido. No de estética y exquisitez.

Bajo una atmósfera cuasi poética iniciaba el partido, Venezuela necesitaba plasmaféresis futbolística. Cachamay olía a triunfo. Ya había sido una plaza durísima para Colombia en las eliminatorias pasadas. El guión se repitió casi a la perfección. Goleados en Buenos Aires. Con sed de venganza en Puerto Ordaz. Sonriendo al momento de redactar estas líneas, plasmo que el resultado fue el mismo. Tres puntos que ponen a los hijos de Farías en la lucha directa por Brasil 2014.

No todo fue malo en Argentina. Si profundizamos en análisis sabremos que es así. Cuando Salomón salió de esa infructuosa lucha centrista contra Fernández y Mascherano, y se arrimó a la banda, secundado por Otero. Hubo las ocasiones de gol vinotintos. Eso fue el regalo descubierto en Núñez que hoy significaron los tres puntos. Un Aristeguieta que incomodaba a los centrales y un Salo que hacía desastres jugando como falso wing. Perfecta lectura.

Los tres puntos son justos porque…

  • 1-  Conocer las capacidades de tu ejército y proponer un plan de ataque efectivo es un don celestial. Páez en la Batalla de las Queseras del medio lo entendió. Farías, también. Genio. Ni Morillo ni Pekerman tuvieron capacidad de reacción luego del “Vuelvan caras”.
  • 2-  Sufrimos hasta la angustia. Cada respiración tuvo un precio. Cada balón también. Sin huevos no hay mundial. Eso les dijo Arango. Lucena hechizado en zona de destrucción. Liberándose al servicio de la destrucción de juego de  James. El ritmo cardíaco acelerado de 25 millones de personas, significa que nos jugábamos la vida.
  • 3- En las bandas estaban situados los motines. El oro. La plata. Los diamantes. Ahí era la Guerra. Colombia se sublevó a las ordenanzas de Tomás Rincón. Lúcido. Aguerrido, capaz de cubrir con eficiencia el setenta por ciento de la zona dos de juego. Brillante, Rincón. Alex González es un futurista de la actualidad. Con más coraje que cohibiciones enfrentó a Cuadrado. Perdió algunas batallas, pero las definitorias siempre las ganó. No olviden que es del 92.
  • 4- Pekerman dio en el clavo. Quien marcase de primero ganaba. Salomón, tuyo es el reinado. Con usted el mundial ha dejado de ser utopía. Aristeguieta, 18/20. De espalda al arco y siendo una pesadilla diagonal para los centrales neogranadinos se muestra como firme opción. Perea sucumbía a las galopadas-permutaciones de “Salo” y “Ariste”.
  • 5- Las metodologías siempre serán discrepadas. Esteticismo no siempre es sinónimo de triunfo. Casi siempre sí. La materia prima de esta empresa llamada Venezuela, tiene la obligación de ofrecer una mejor dádiva, es decir, un fútbol más atractivo. Tres veces gestamos fútbol con desmarque al servicio de la pelota. “Maestrico”, poeta del balón necesita ser abastecido, por la cinco.
  • 6- No Vizcarrondo. No party. ¿Alguien recuerda aquel odiado central que era el centro de la destrucción periodística? Yo no. Hoy el mago de Lanús es sinónimo de seguridad aérea. Grita. Empuja. Aguanta. Dirige sinfónicamente la línea de destrucción y allana el camino para Rincón. Sea Túñez o Amorebieta. Estamos seguro, ¿verdad Falcao?
  • 7-  Uruguay sigue rumbo al abismo. Sonríe Venezuela. Son 24 puntos. Van 15. Restan 9. Faltan 15 por jugar. Respetar la localía como premisa de guerra. Cachamay y San Cristóbal, allí serán las últimas batallas.

No juzguemos sin fundamento. Pensemos en el futuro y recuerda Venezuela, que las campanas doblan por ti.

Por: Geoff Hernández

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