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Hace un año debutó la «generación del orgullo»

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La selección nacional Sub 20 fue la primera en asistir a un Mundial.
La selección nacional Sub 20 fue la primera en asistir a un Mundial.

La selección nacional Sub 20 fue la primera en asistir a un Mundial.

“Ese día me sentí muy motivado. Me llamó mi mamá, me dijo ‘suerte hijo. Aunque no esté contigo en Egipto estaré en espíritu. Si anotas un gol imagina que estoy en la grada y lo celebras’. Y así lo hice, por eso fui a la tribuna donde estaban los fanáticos venezolanos”. Así recuerda Yonathan Del Valle el primer partido de Venezuela en un Mundial de fútbol, con la alegría de haber sido el autor del tanto que le dio a la Vinotinto Sub 20 el triunfo 1-0 contra Nigeria ese día.

Ocurrió hace un año exactamente. En el estadio Al Salam de El Cairo, con dos entusiastas barras venezolanas ubicadas en la tribuna principal y en la grada popular, Venezuela debutó de la mejor manera posible en el Mundial Sub 20 Egipto 2009. Para el país fue el comienzo de un camino, pues la historia mantendrá ese instante como una referencia obligada. Para los 21 jugadores de ese conjunto (más el lesionado Francisco Fajardo), aquel 25 de septiembre fue mucho más.

“Fue una experiencia inolvidable, que va más allá de lo deportivo. Por todo lo que pasamos antes en el Suramericano, la convivencia, las dificultades. Por estar en Egipto, conocer ese país y saber lo que es jugar un Mundial. Fue una experiencia de vida”, afirmó Rafael Romo, portero y uno de los héroes de esa selección.

“Fue algo muy bonito, que nos dejó marcados. Ahora la meta es ir a un Mundial de mayores”, dijo Angelo Peña, el cerebro de aquella escuadra.

El gol que un país gritó

Para Del Valle, la sensación de aquel tanto, que marcó al minuto 45 tras un servicio de Peña en tiro libre, no se ha desvanecido. “Fue algo grandísimo. Es el gol más importante que he marcado porque fui el primer venezolano que lo hizo en un Mundial”, aseveró.

El delantero tendría tres festejos más durante el torneo, todos contra Tahití, y finalizó igualado como goleador del equipo con su compañero Salomón Rondón, con cuatro tantos en Egipto. Allá tuvo también un reencuentro con su madre, que logró viajar luego para acompañarlo al recuperar su salud.

Todavía hoy, Del Valle recuerda su alegría y disfruta al pensar que también la vivió el país entero con él. “Pasó demasiado rápido este año. Ese fue en realidad el primer objetivo nada más. Pero de verdad me sentí muy contento por lo que hicimos. Aquel momento fue el mejor para mí y espero que el país lo haya disfrutado como lo disfrutamos nosotros”, dijo.

Nervios y risas

“Minutos antes de salir al campo, se veía a un grupo muy unido”, recordó Romo. “Cuando entramos al túnel sentí un gran felicidad, me reía. Son esos grandes momentos que uno tiene en su vida”, relató Peña, que como el resto de sus amigos atesoró el momento del himno nacional como uno de los más emocionantes de la aventura en Egipto.

“Días antes de comenzar el torneo, no podía dormir por la ansiedad, como nos pasó en Puerto La Cruz antes de conseguir la clasificación. Pero una vez que empezó el Mundial, estuve más tranquilo que en el Suramericano”, contó Romo.

“Sabíamos que enfrentar a Nigeria era difícil, pero ya en el Suramericano nos había tocado contra Brasil y Argentina. Sabíamos que podíamos”, aseguró Peña. Romo apreció el instante de soltar la tensión: “El festejo de ese triunfo fue corto, porque de inmediato teníamos que pensar en vencer a Tahití. Lo que más nos alegró fue poder debutar de esa manera. Al llegar al hotel nos dieron 15 minutos para estar con nuestras familias, que no las veíamos desde que salimos de Venezuela semanas atrás”.

Para Peña, entre tanta alegría, sí quedó un pesar: “Desde entonces recuerdo muchas cosas, pero lo que sí lamento es saber que pudimos haber llegados más lejos que los octavos de final. Podríamos haber estado entre los cuatro mejores”.

Esa ambición se mantiene en un grupo que todavía lucha por abrirse camino dentro y fuera del país, ahora por separado. La intención de ellos es que pronto la historia también los recuerde como parte de un siguiente y más esperado Mundial. ¿Brasil 2014?

Los objetos del recuerdo

Las imágenes en su memoria no son los únicos recuerdos que guardaron los miembros de la selección Sub 20. “Yo guardé los tacos (zapatos) con los que hice ese primer gol contra Nigeria. Los tengo en la casa de mi familia en Valencia. También tengo la camiseta de ese juego”, contó Del Valle.

Peña acumuló aún más artículos: “Guardé las camisetas de todos los partidos, el short del debut y una franela de Jesús que tenía ese día. También tengo la foto de ese primer once y la de la visita a las pirámides que hicimos con todo el grupo. Esas dos las mandé a enmarcar”.

Rafael Romo compartió con uno de sus mejores amigos de Turén y de la selección: “Tengo una franela que cambié con (Henri) Pernía en el Mundial. Guardé un par de guantes que usé en varios de los partidos en Egipto. Es una costumbre, porque también tengo los guantes con los que paré aquel penal contra Colombia en el Suramericano”.

Un año no tan feliz

Cuando la Sub 20 viajó a Egipto, seis de sus integrantes ya militaban en clubes del exterior. Después de una actuación destacada que los llevó hasta los octavos de final, era lógico pensar en un aumento de esa cuota. Hoy el número se mantiene en seis. También se esperaba el auge de muchos otros en la liga local.

Este aniversario, como balance, obliga a ser menos optimista. Entre todos, Salomón Rondón destaca como el alumno más aventajado, mientras que a muchos otros habrá que darles un plazo de espera para que terminen de adaptarse a sus ligas (Peña en Portugal, Velázquez en España, Romo en Italia, por ejemplo) o ligar que encuentren un mejor lugar para desarrollarse.

Por: Carlos Daniel Avilán/El Nacional

LÍDER

“Aún me emociono al recordar el himno en Egipto”

El mismo Salomón Rondón que a fuerza de físico ridiculizó hace dos días a “Cata” Díaz también tiene otro rostro. Ya sin el ceño fruncido, el caraqueño sonríe con melancolía al enterarse de que hace un año estaba en El Cairo, a punto de escuchar el Gloria al Bravo Pueblo, en el debut en algún Mundial de FIFA: “Cada vez que lo recuerdo me emociono”, admitió.

Poco más de un mes, el que estuvo el equipo en suelo egipcio, 27 días que marcaron y marcarán la vida de esos 21 muchachos. ¿El mejor momento? Pablo Camacho lo tiene claro: “Cuando sonó el Himno en ese primer juego, en el que el sonido interno se detuvo y la gente siguió cantando”. El relato, capaz de erizar la piel a cualquiera, encarnó en cierta forma lo que significó aquel torneo, en el que todo el país se unió bajo el mismo canto.

La nueva familia

Cientos de noches bajo el mismo techo cultivaron una fortaleza a nivel grupal que, luego del torneo, los jugadores coinciden en señalar como una de las mayores virtudes. “Es más difícil ganarles a once amigos que a un equipo con once futbolistas”, afirmo tajante Rafa Romo durante el torneo, argumento que revalidó el propio Rondón. “A tu amigo ya lo conoces, ya sabes dónde está, hacia dónde va a correr”.

Esa unión también se forjó sobre la base de compartir fechas especiales como cumpleaños, anuncios de paternidad e incluso bodas, como la de Pablo Camacho, a principios de diciembre de 2008, cuando estaba concentrado junto al plantel en una gira por Centroamérica. “Se dieron mil problemas con los viajes y recuerdo que todos me apoyaron muchísimo, creo que fue el mejor cumpleaños que he pasado”.

“Es que en ese año pasamos más tiempo concentrados que con nuestros equipos”, apuntó el merideño Ángelo Peña sin ningún aviso de queja, en sus historias sólo hay ilusión. “Cada segundo ahí lo que hacíamos era pensar en el Mundial”.

Hasta que llegó el gran día y terminó la espera. ¿Cómo fueron esas horas previas? “Estaba en el túnel, sonreía por dentro y me decía: ‘Lo estoy logrando’, mientras recordaba a mi padre que siempre me decía que una vez ahí me dedicara a disfrutarlo”, relató Peña.

¿Y en el Himno? “A todos se nos aguaron los ojos. Uno trataba de contenerse por el partido, pero era inevitable”, contó el guardameta Romo. De ahí en adelante la historia ya es bien conocida. Aquel tiro libre que sirvió Peña y que encontró en Yonathan Del Valle a un perfecto rematador. De aquel momento ya ha pasado un año, tiempo insuficiente para borrar tantos buenos recuerdos.

Un antes y un después

El inscribir su nombre entre los primeros venezolanos mundialistas llevó consigo un premio que va más allá de lo deportivo, que alcanza la vida personal y hasta la situación económica de cada uno. “Ya muchos habíamos cambiado de equipo”, explicó Romo, quien manejó su traspaso al Udinese justo antes de viajar a Egipto, su caso no era el único. “Habíamos muchos que teníamos ofertas, pero todos estábamos concentrados en el Mundial”. “Yo ya estaba entrenando aquí en Portugal, con el Braga, pero en lo único que pensaba era en el Mundial”, agregó Ángelo Peña. Hoy aún disfrutan de ese caché a la hora de buscar equipo, son ellos pioneros en el país.

La acción paternal de César Farías

Para su doble función como selección mayor y entrenador de la sub-20, César Farías tenía algo más que dos planificaciones, también mostraba dos caras distintas. “Sí había algunas diferencias”, admite Romo, quien vio al cumanés en su rol de estratega de ambos equipos. “A nosotros nos cuidaba más que a la mayor”. Era un síntoma lógico, si se toma en cuenta la fragilidad emocional que podían tener algunos de los seleccionados juveniles. “El profe manejó muy bien todas esas situaciones externas que nos podían afectar, él sabía que alrededor de nosotros había muchos elementos que nos podían distraer y siempre intentó controlarlos”, opinó el ahora golero del Udinese.

En esa planificación del cumanés sobre esta sub-20 un punto esencial fue la convivencia. “Todas las concentraciones fueron importantes, todas, todas nos ayudaron”, afirmó Rondón, quien destacó una: las tres semanas que estuvieron en Cuba para disputar un torneo que, si bien no representaba una gran dificultad futbolística, sí sirvió para unir a los componentes.

“Como cualquier grupo, hubo algún que otro problema, pero lo supimos manejar para seguir con un buen ambiente”, afirmó Camacho, uno de los tantos melancólicos que extrañan aquel grupo mundialista.

Por: Daniel Prat

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