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Zseremeta: «Llegué al lugar con menos plata del fútbol»

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Kenneth Zseremeta, DT de la vinotinto femenina, quiere que su proyecto siga.
Kenneth Zseremeta, DT de la vinotinto femenina, quiere que su proyecto siga.

Kenneth Zseremeta, DT de la vinotinto femenina, quiere que su proyecto siga.

El panameño Kenneth Zseremeta recuerda con algo de nostalgia que la mayoría de sus compañeros de promoción en los cursos de entrenadores de Concacaf, sean hoy afamados directores técnicos. “Todos están en selecciones o en clubes, dirigiendo Copa Libertadores”, dice. Todos ellos ganan más dinero que él pero difícilmente alguno sienta tanta satisfacción como el seleccionador femenino de la Vinotinto.

“Si me gustara el dinero ya sería millonario, pero llegué al lugar con menos plata del fútbol”, afirma satisfecho. Hace años, Yolanda Camacho, una de las dirigentes más prominentes del fútbol femenino centroamericano, lo comparó con Robin Hood. “Eres como él, a ti no te gusta la plata, todos tus compañeros ganando dinero y tu trabajando en el fútbol femenino”, le dijo.

Zseremeta cuenta aquella anécdota con orgullo. El sobrenombre le gusta. “Yo veo en estas chamas una solución social, una manera de sacarlas adelante. ¿Qué posibilidad tenía, por ejemplo, Gabriela García de salir de Carúpano e ir a México?”, pregunta de forma retórica. “Ver esa alegría es un cheque de muchos millones de dólares”, afirma.

El altruismo de Zseremeta va más allá del discurso. Cuando llegó al país, primero para entrenar al UCAB Spirit de la extinta Liga Nacional, no tuvo problemas en vivir en la Conferencia Episcopal. Luego llegó a la selección. “Era un cargo casi ad honorem”, dijo. Hace unos meses, MinDeporte le ofreció premiarlo por su papel en los Juegos Bolivarianos, pero él pidió que primero recompensaran a las jugadoras.

Estructura

Tras lograr el cuarto lugar en el pasado Mundial, el gobierno decidió reconocer al equipo en un acto en la Asamblea Nacional y luego otro con el presidente Nicolás Maduro. Zseremeta pensó en no asistir, pero no por una posición política.

“Respeto a los gobernantes y al Presidente”, afirmó. Para él, la agenda debía ser distinta. “Quisiera un acto que no sea político si no social, sentarnos a hablar y a evaluar lo que tenemos, prefiero eso que una medalla. Porque la medalla la vas a guardar en una gaveta, pero ellos no van a saber cuál es la situación que tenemos nosotros”.

Una situación llena de precariedades, con jugadoras sin una vivienda apta o concentraciones en las que las futbolistas debían cubrirse los pies con bolsas para evitar las filtraciones de aguas negras del lugar de hospedaje.

“Luego es esperar a que clasifiquemos de nuevo para tener un abanderamiento. A mi me gusta ir a Miraflores, su arquitectura me gusta”, afirmó. “Pero sería bueno que nos dijeran: ‘dame los nombres de todas las madres de esas niñas que están desempleadas’, ¿sería buena idea o no?”, propuso.

“Cuando regresamos del Suramericano, las recibieron en Miraflores, la ministra Alejandra Benitez les prometió a las muchachas una premiación, pero que se la iban a entregar otro día y jamás lo entregaron. Son niñas y juegan con su ingenuidad. Después que cada uno está en su esfera, ¿qué niña va a ir a tocarle la puerta para reclamar?”.

Irreverencia

Al igual que la leyenda de Robin Hood, a Zseremeta es común verlo oponerse al poder siempre que considere injusta alguna práctica. Rara vez se guarda una opinión.

Su discurso tiene críticas a lo que considera errores de la FVF –a la que reclama no haber unificado un criterio para el desarrollo del fútbol-, contra el Ministerio del Deporte, el de Educación –al que señala no cooperar en la formación deportiva de las jugadoras- y hasta el periodismo.

Durante el Mundial, esa irreverencia le llevó a romper el protocolo y pedirle cinco minutos a Josepp Blatter, el presidente de la FIFA. “Le conté lo que pasa en Conmebol y me dijo: ‘Yo lo sé, y discúlpame porque no he podido darle en la cabeza a los responsables. Estás en un medio difícil, sé lo que sucede’. Me dijo que sabía todo, lo de los sobornos, lo que se mueve, que es a nivel dirigencial que se decide quienes van a un Mundial. Que meten la mano en los árbitros, son muchas cosas”.

Sus preocupaciones casi nunca hablan de algo monetario. Le inquieta saber quién podría heredar su puesto cuando decida dar un paso al costado. Le preocupa el futuro de su proyecto, de sus jugadoras. Le angustia que sus futbolistas aprendan inglés y se gradúen de bachillerato. Le interesa que su paso por el cargo deje algo más que unas medallas.

“Espero que cuando me vaya la FVF tenga contratada a al menos cuatro personas de fútbol femenino”, afirmó. Camacho no estaba tan equivocada, sí hay algo de Robin Hood en el seleccionador femenino.

Por: Daniel Prat/El Nacional

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