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Venezuela le tomó el pulso a Brasil

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César Farías y Lino Alonso trabajarían juntos en Mexico tras su paso por la vinotinto.
Lino Alonso ha sido mentor de César Farías.

Lino Alonso ha sido mentor de César Farías.

El empate a cero conseguido por la selección nacional ante Brasil en su debut del Grupo B en la Copa América de Argentina 2011 tiene un significado especial por varias razones. El del domingo fue apenas el tercer resultado positivo que se le saca a la canarinha en toda la historia de la vinotinto y todos han sido en el ciclo del técnico César Farías, quien tiene a su lado a Lino Alonso, el gran maestro del fútbol venezolano.

La victoria 2-0 del encuentro amistoso ante Brasil en Boston fue la primera campanada de que una época diferente para la selección estaba llegando. Fue el primer resultado que se lograba ante un equipo que siempre le había propinado a Venezuela palizas memorables, goleadas humillantes que llenaron de vergüenza por años a su afición.

«Vivíamos de las victorias morales en aquella época, pero como ahora nos acostumbramos rápido a que podemos sacar otros resultados y se nos olvida el camino que hemos tenido que hacer para llegar aquí. Por eso más que alegría, esto es una satisfacción. Un bálsamo», suelta Lino Alonso, quien lleva a sus espaldas una experiencia de tres décadas en el fútbol nacional y miles de kilómetros de carretera recorrida por el país.

El triunfo sobre los brasileños en Boston se logró en junio de 2008. El ciclo del actual director técnico estaba comenzando, apenas tenía cinco meses como dueño del banquillo.

La ilusión se desató con esa victoria. En el país se alzaron las banderas de superioridad y llegó el partido de eliminatoria a Suráfrica 2010 que se disputó en San Cristóbal. Se suponía que la selección estaba destinada a seguir dando campanadas y resultó que Brasil devolvió a todos a la cruda realidad marcando tres goles en menos de 15 minutos. La derrota fue más dolorosa, que aquellas por siete u ocho goles, porque rompió el orgullo que se infló muy rápido.

«De las derrotas también se aprende y más nosotros», asegura Alonso, en ese tono sabio que le dan los años, luego de haber terminado el primer partido de esta Copa América.

Sentado en la mesa de las comidas del lugar de concentración de la vinotinto, con la espalda reclinada sobre la silla y esa media sonrisa que a veces esboza y que parece más bien una mueca, Lino -como en realidad le llama todo el mundo- demuestra que lo que más le gusta es hablar del pasado, pero no porque esté anclado a él, sino porque su propósito es que la gente no se olvide de lo que cuesta alcanzar los éxitos.

La lección de aquella goleada en San Cristóbal fue aprendida. El costo fue de mucho dolor, puesto que la selección salió muy resentida con la afición andina que siempre la había respaldado con amor y aquella tarde le dio la espalda coreándole un «ole, ole, ole» ante el baile de los brasileños. La burla de la gente iba contra el técnico César Farías, pero, en el medio, pagaron todos los demás.

Venezuela estuvo cerca de quedarse con el quinto puesto del Premundial para pelear por un cupo al Mundial de 2010. En puntos quedó a dos de esa clasificación que ganó Uruguay, pero en la tabla general de Suramérica fue el octavo. Sin embargo, la eliminatoria se cerró con el segundo mejor resultado que se le ha sacado a Brasil, un empate a cero en la ciudad de Campo Grande. Sí, además fue como visitante.

Para Lino la clave de aquellos dos partidos fue la misma que la que Venezuela tuvo el domingo pasado para sacar un punto de oro en el arranque de la Copa América 2011, que la hace soñar con su segunda clasificación a cuartos de final del torneo desde que debutó en 1967.

«La selección dominó el partido cuando se puso a jugar de tú a tú contra Brasil. No especulamos, ni buscamos ninguna situación más que aprovechar sus puntos débiles», dice el asistente de Farías, que en realidad es su mentor.

Alonso también rescata la labor defensiva que realizó la vinotinto, una de los aspectos de juego más criticados en los amistosos que disputaron en el último año y medio cuando se preparaban de cara a la Copa América. «Se plantó bien la defensa y eso nos dio muchísima tranquilidad para construir el partido», asegura.

Las frases de Lino no suelen ser altisonantes, pero el mensaje siempre es profundo, aunque parezca que permanentemente está haciendo una broma.

Al terminar el partido, cuando Venezuela le ganó a Brasil en Boston, el entonces entrenador brasileño, Dunga, no se acercó a darle la mano a César Farías.

Lino ante aquel gesto reflexionó: «¡Cuántas veces ellos nos rompieron el arco a goles y nosotros siempre fuimos a poner la cara y saludar con vergüenza! Hoy ellos no hacen lo mismo. Tienen el alma negra».

El domingo pasado, saliendo del vestuario rumbo al autobús, tras haber empatado y conseguir ese tercer resultado histórico, Lino iba de buen humor.

-¿Lo saludaron los brasileños?

«¡Claro que sí me saludaron! Pero tienen el alma negra», contestó y rió.

Por: María José Rey/El Universal

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