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Yohandry habla de su adaptación en Alemania

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Del calorón maracucho al invierno alemán. De la anárquica Maracaibo a la ultraordenada Wolfsburgo, en el norte germano. Del «¡Qué fue, cómo estáis!», con el manotazo en la espalda, al silencioso saludo gestual. El giro en la vida de «La Perla» Yohandry Orozco fue radical, tremendo, de 180º. La adaptación del volante marabino a la cuadriculada vida alemana ha sido paso a paso, acorde con lo esperado. Desde su llegada a finales de enero de este año, hasta la actualidad, el jugador del Wolfsburgo se ha acostumbrado a su nueva realidad, junto con su padre, Sadys.

«Lo más difícil ha sido el idioma, pero uno eso lo maneja rápido con el trabajo», afirmó «La Perla», recordando que el club le asignó a una profesora de alemán.

Las clases son de una hora, y ya se defiende por lo menos dando los «buenos días» (guten morgen) o «muchas gracias» (vielen dank). Poco a poco.

La ciudad, ubicada en la Baja Sajonia, apenas tiene 130 mil habitantes. La empresa de automóviles Volkswagen rige la vida del lugar, por lo que casi todos tienen algún familiar que labore en la compañía, patrocinante del equipo.

«Wolfsburgo es muy pequeño, no hay muchas cosas», describe lacónicamente Yohandry, que cumplirá 20 años el próximo 19 de marzo.

«Me levanto temprano y salgo abrigado. El clima es muy frío, pero estoy acostumbrado ya. Desde el hotel, voy al entreno, y luego regreso. No salgo casi».

Sobre la gente, Orozco señala que «aquí respetan mucho, es muy diferente a Suramérica, algo increíble, una manera espectacular de vivir».

«Si salgo, es a comprar las cosas que necesite, y ya», apunta «La Perla», que todavía no se ha atrevido con platos locales, comiendo más que todo pasta y milanesa de pollo. Las visitas a los centros comerciales y a algunas plazas públicas son esporádicas.

En la actualidad vive en un hotel, pero el próximo lunes se mudará a su nueva casa. «Es muy bonita, son casas que acaban de construir en el barrio», indica.

Todavía no sale en transporte público, sino que toma un taxi desde el hotel o algunos de sus  compañeros, los brasileños Grafite y Diego, lo llevan en sus automóviles.

Y de ver un «Pachencho» Romero casi vacío, alegre cuando jugaba el Unión, apático cuando era con el Zulia FC, pasó a un Volkswagen-Arena repleto y animado.

«El fútbol se vive bastante aquí, con intensidad», recalca Orozco. ¿Se podrá parecer a algún ambiente futbolístico en Venezuela? «Bueno, ‘maginate’ (con un nítido acento marabino)… cuando se juega una final Caracas-Táchira».

«Der Pearl», o «La Perla» en alemán, seguirá acostumbrándose a su nueva vida, esperando ver minutos próximamente con el equipo. El día llegará pronto.

Por: Humberto Perozo/Panorama

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