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Yohandry ya tenía una experiencia en Europa (fotos)

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Yohandry Orozco ya había tenido una experiencia en Europa antes de esta oportunidad que lo lleva al Wolfsburgo de Alemania. Gonzalo Russo, representante y asesor del jugador zuliano, cuenta cómo fue el famoso viaje a Suiza de «La Perla», quien aprobó aquella prueba a la que fue en Zurich. Otro de los momentos que tuvo que vivir Orozco antes de cumplir el sueño que hoy vive con su paso del Zulia FC al balompié alemán.

EL TRIUNFO DESDE LA HUMILDAD

Revivir los momentos que Yohandry y yo estuvimos juntos es comprarme un boleto al pasado donde solo tengo las más gratas sensaciones. Eran momento muy complicados. Ante el reclamo de su familia de exigir lo que era su derecho de que se cumpliera con ciertas promesas por parte del Club UAM (una casa), y el constante silencio de ciertas personas de la directiva, se llegó a un límite lógico, donde el papá asumió la iniciativa, apoyado por mí, de que debíamos tomar otro camino.

Era la crónica de una muerte anunciada. Muchos piensan que esa salida fue por dinero, muchos piensan que esa salida fue sin dolor alguno, que Yohandry no le importaba el club. Equivocados están. El amaba ese club que le dio la hermosa oportunidad de jugar en el Pachencho Romero.

Pero club y directiva son cosas diferentes. Las personas pasan, las instituciones quedan. Pero hay algo muy importante, que es la dignidad del jugador, esa dignidad que muchos no perciben, y que es un derecho inviolable.

Se presentó una carta de alejamiento de la institución sin saber siquiera cuál sería el futuro del jugador. Corrimos ese riesgo, asumimos ese compromiso con toda la familia, conscientes de un alto precio a pagar, pero con la convicción de que era lo correcto, y sabiendo que esa historia recién comenzaba a escribirse, y que sería dolorosa, pero satisfactoria al final del camino por saber que se actuaba con justicia, por saber que el mejor abogado es el tiempo.

Dios estaría de nuestro lado si teníamos la razón. Y Dios estaba de nuestro lado. En ese momento, luego de la entrega de esa carta donde se acusó recibo por parte del UAM como recibida, me surgió la oportunidad de viajar a Suiza, lo cual fue como “anillo al dedo” ya que inmediatamente me puse en contacto con conocidos y amigos de ese país para ver la oportunidad de que “La Perla” pudiera tener una prueba en algún equipo.

No teníamos videos para mostrar, sólo algunas fotos y comentarios de la prensa zuliana. Nada más. Pero confiaron en mi palabra. Inmediatamente conseguimos la prueba con el Grasshopper de Suiza, algo impensado. Allá fuimos.

En ese viaje éramos sólo él y yo. Fue el comienzo de una amistad que día a día iría creciendo, con él y su familia. Aún recuerdo entre lágrimas de esperanza a un grupo de gente de apellido Orozco en el aeropuerto de La Chinita observándonos con ojos de esperanza, aún recuerdo ese abrazo interminable con Sadys, su papá, diciéndome: ¡Cuídalo mucho!

Solamente estábamos su familia, Yohandry y yo, como ocurriría meses después cuando las cosas empezaron a complicarse.

Haciendo escala en Madrid, al fin luego de unas horas, abordamos el avión a Zúrich. Había que verle la cara de susto cuando el avión estaba por descender y era todo nieve y oscuridad (llegamos en horas de la noche).

En migraciones tuvimos algunos inconvenientes, porque no querían dejarnos pasar, principalmente porque cuando les explique que el jugador llegaba a una prueba, ellos manifestaban que el período de pases estaba cerrado (¡tenían hasta esa información!) se mostraron desconfiados en dos suramericanos nerviosos por la situación inesperada.

Nos separaron en una sala privada como dos indocumentados, a la espera que las autoridades se pusieran en contacto con los dirigentes del club que nos aguardaban. Mientras yo les mostraba todas las copias de los diarios zulianos, donde hablaban de él, y explicándole que era jugador de fútbol, pero hasta ese momento eran en vano, pues solamente nos miraban, sin ni siquiera reparar en lo que les estaba mostrando.

Gracias al contacto que las autoridades tuvieron con los dirigentes del Club (los hicieron llamar

por altoparlante), pudimos ser “liberados” de ese “pequeño inconveniente”.

Ya estando instalados en el Hotel, bajo un frío muy intenso (tuvimos que comprar ropa de abrigo) nos preparamos para unos días que serían muy enriquecedores para ambos.

Luego de uno de los entrenamientos, nos fuimos al Hotel, esperando a que la nieve cesara, para poder ir a cenar, mientras asistíamos a una película en un idioma (alemán suizo) incomprensible para nosotros, pero que como ya habíamos asistido a la misma película en Maracaibo (mientras nos reíamos entre nosotros) se nos hacía más fácil acceder a los diálogos de la misma.

En ese momento Yohandry, se paró y se puso frente a la ventana con una mirada muy nostálgica. Me preocupé. Porque si había algo que estaba pendiente era de que él extrañara a sus afectos y no aguantara la presión de estar tan alejado de lo que para él era y es muy importante: su familia.

Luego de un silencio de varios minutos me acerqué a decirle: “¿No me vas a decir que estas extrañando? Esto del fútbol nos va a traer muchos sinsabores, y sacrificios, pero sé que lo tienes claro, ¿no? Para acceder a lo que soñamos Dios nos pondrá muchas pruebas hermano”.

Él me miró en silencio. Me respondió: “No es eso. Es que la nieve sólo la había visto en películas y no puedo creer que esté viviendo esto ver…g…ción!!! ”.

No tenía respuesta para eso. Me emocionó. Creo que no había mejor respuesta que dejarlo en silencio, observando maravillado la imagen que se nos asomaba por la ventana.

Luego de unos minutos lo invité a salir a caminar. Ver los ojos de asombro, de todas las cosas nuevas que estaban llegando a su vida en ese momento, es algo que me quedará grabado por siempre. No es posible describir en estas líneas lo que sí está escrito en el alma.

Cuando lo vieron llegar algunos murmuraron sobre su pequeño tamaño. “¿Será tan bueno como dicen con ese tamaño?”. La frescura típica del muchachito transparente, hizo que rápidamente se adaptara al grupo, donde a los 15 minutos ya lo llamaban “Robinho” más que por su parecido físico, creo que por su estilo desenfadado de juego, por su forma alegre de ver el fútbol, por ese disfrute al acariciar el balón.

En su primera prueba de fútbol le recomendé que utilizara la dinámica acostumbrada (tener la pelota poco tiempo, pero muchas veces), para evitar los golpes, y que dribleara sólo cuando fuere necesario.

No me hizo caso, en una jugada recibió el balón de espaldas y quiso girar pero la patada del rival ya había llegado a destino: su tobillo. Pero Yohandry no se amilanó, como los típicos jugadores de barrio acostumbrado a los golpes de enfrentar a rivales más grandes que él, siguió como si nada pasara. Y ya a los 20 minutos era como si estuviera entrenando entre la nieve durante años.

La prueba había sido superada. Estábamos felices. Un sueño estaba cerca. Dios diría el resto. Él nos marcaría si era el momento o no.

Al regreso, no sabíamos bien a qué nos enfrentaríamos, ya que la prensa se había hecho eco de nuestro viaje y algunos aprovecharon para querer apagar esa ilusión. Vaya a saber por qué bendita razón. En ese momento tengo que reconocer que sentí mucha frustración a punto de bajar los brazos, y que solamente una frase de Yohandry me hizo reponer fuerzas: “Hermano, quiero jugar”.

La historia que continúa daría para muchísimas páginas, que algún día tal vez contemos. Decepción. Poco dinero. Conflictos. Pocos se dieron cuenta que en ese momento a Yohandry le estaban quitando una de las cosas más importante de su vida: la alegría de jugar. Se le juzgó injustificadamente, a él, a su familia, a nosotros inclusive, sin ni siquiera medir el daño que se estaba causando en ese muchacho de Cardonal Norte. Pero Dios estaba de nuestro lado.

Todo lo que sucede actualmente no es fruto de la “suerte” ni de la casualidad, sino de esa fuerza indetenible de ir atrás de un sueño, de un sentir, soportando todas las presiones, en soledad muchas veces, con una hermosa familia que no perdió la cordura, ni la fuerza de seguir alentando a caminar contra viento y marea, contra todo tipo de críticas y presiones, que alterarían solamente a los que no se reconocen en las convicciones y en los valores más puros de este deporte, pero a Yohandry jamás.

Yohandry pudo contra todo eso. Esto es solamente el comienzo de un largo camino. Y pensar que hay gente que se preocupa con la nieve, el idioma, la cara de los alemanes y las patadas. Esos, esos no conocen a Yohandry Orozco.

Por: Gonzalo Russo

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