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Sólo medios autorizados

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La columna «Con lon ganchos», que publica el periodista Carlos Valmore Rodríguez en el diario Líder en deportes, profundiza en la situación que se vivió con los medios de comunicación en la celebración de los Leones del Caracas. De acuerdo con el comunicador, sólo Venevisión, Meridiano y el Circuito Unión Radio pudieron entrar dugout de los melenudos, mientras que los otros medios, en especial los impresos, no tuvieron acceso.

“Sólo medios autorizados” pudieron ingresar al dugout de los Leones del Caracas para entrevistar a los flamantes campeones del beisbol venezolano en medio de su celebración por el merecido triunfo sobre los Navegantes del Magallanes. La orden, emanada de mandos superiores, fue cumplida de manera eficaz por el staff de seguridad del equipo, que obstruyó todo cuanto pudo la labor de los reporteros de la prensa escrita. Como no es un hecho aislado, sino una política de cerco cada vez más asfixiante, no puedo sino concluir que sus autores intelectuales desprecian no solo a los comunicadores que laboran en los periódicos, sino, peor aún, a las miles de personas que nos leen y a quienes les asiste tanto derecho a la información como a las audiencias de los medios radioeléctricos.

Los “medios autorizados” eran Venevisión, Meridiano Televisón y Deportes Unión Radio, circuito oficial de los Leones. Se comprende que estos difusores, por su poder de penetración, sus contratos con la Liga y su necesidad de inmediatez, tengan prioridad. Hasta ahí estamos claros. Pero prioridad, no exclusividad. Una vez que los colegas de esas corporaciones terminan de hablar con un jugador, éste debería estar al alcance de las libretas y los grabadores, sin que haya que forcejear con los custodios del Caracas para lograrlo. ¿Es que acaso los lectores de Líder, El Nacional, El Universal, Últimas Noticias, el diario Meridiano, que conforman una legión de cientos de miles, son público de segunda sin derecho a estar debidamente enterado a través del diario de su preferencia?

Si el pelotero no desea hablar es su derecho, pero es que en este caso los jugadores están sometidos a censura. Las reglas de seguridad les impiden dar entrevistas durante buena parte del tiempo que pasan en el diamante antes del juego, así quieran.

Me pasó durante la práctica de los metropolitanos previa al sexto partido de la final. Pensaba hacer un trabajo sobre el futuro del Caracas y sus posibilidades de implantar una hegemonía, y para darle valor agregado iba a entrevistar a Raúl Padrón y a Marwin González, dos pilares del porvenir capitalino. Padrón ya había terminado su rutina, mas pidió hablar más tarde porque no quería que le reclamara la gente de seguridad.

Padrón es un caballero y entiende nuestra labor, así que no me cupo la menor duda de que hablaba con sinceridad. Luego vino González, quien aceptó gustoso conversar hasta que otro funcionario, con mucho respeto debo advertir, me dijo que por normas del equipo no podía dialogar con ningún beisbolista hasta tanto todo el plantel culminara la práctica. Se acabó a las 6:45 PM, hora a la que la prensa debe abandonar el campo del José Bernardo Pérez.

El trabajo de la prensa escrita se hace cada vez más difícil. Nunca se nos ha abierto las puertas de los clubhouse, como sí lo hacen las organizaciones de Grandes Ligas. Pero antes al menos podíamos estar en el dugout y charlar con el pelotero o técnico que anduviera con ganas de platicar. Un día nos sacaron de la cueva, debíamos hacer las entrevistas en el corredor en forma de U que se extiende por la zona de foul entre los dos cajones de fotógrafos. Otro día, por órdenes de arriba, nos constriñeron aún más y sólo podíamos trabajar antes y después de la práctica, independientemente de si el entrevistado estaba ocupado o no. El colmo es lo que sucede en la pretemporada y se repitió en el entrenamiento previo a la final, tal como nos comentaba José Manuel Fernández, colega de El Universal: nos desalojaron del terreno hasta el fin de la actividad. Tuvimos que seguir las incidencias desde la tribuna, como si fuésemos fanáticos (me incluyo porque formo parte de un gremio, así no haya estado ahí). En cualquier momento nos sacan del estadio y nos mandan las notas de prensa a la redacción.

Ese tipo de trato le siembra a uno la percepción de que quien diseña esas políticas restrictivas nos considera estorbos a quienes escribimos para periódicos, que desde su óptica somos una especie de bacteria a la que hay que mantener a raya para evitar la contaminación. Y quiero dejar en claro que la queja no es con el personal de seguridad de los Leones del Caracas. Sus integrantes reciben unas instrucciones específicas y las cumplen a cabalidad.

Se ameritan cambios

Mi crítica va hacia quien diseña las cortapisas, que no parece entender que nuestra tarea le da difusión a la marca Leones y a todo el negocio de la pelota. Es triste que se subestime a los lectores de la prensa escrita, de quienes somos emisarios. Nosotros estamos allí para hacer las preguntas que ellos no pueden formular. Para que se enteren de lo que sucede con su equipo, a lo que tienen pleno derecho, ya que no pueden estar en el lugar de los acontecimientos. El propio presidente de la divisa, Luis Ávila, está en permanente contacto con todos los fablistanes. Pero hay una incongruencia entre las infaltables charlas vespertinas con Ávila y la cerrazón que se impone en el contacto con los jugadores, que son en definitiva el núcleo del espectáculo.

Por: Carlos Valmore Rodríguez/Diario Líder

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