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Mirada atenta

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El periodista y comentarista Francisco Blavia en su columna «Mirada atenta», que publica todos los jueves en el diario Líder, ofrece su visión sobre el caso Valero. «Cada hora que transcurre le pierdo respeto a su brillante trayectoria deportiva…», escribió Blavia, quien también tocó el tema de los Tiburones de La Guaira y todos los cambios que han realizado en el 2010.

Edwin Valero murió como vivió: de manera turbulenta. Y no podía ser de otra forma. El de Bolero Alto fue víctima de una niñez-adolescencia llena de excesos y victimario de la madre de sus hijos. Valero salió de las calles merideñas y encontró en el boxeo el lugar para alejarse de sus demonios internos.

Esa rabia con una vida que lo trató tan mal quedaba reflejada en cada combate. A los rivales no quería derrotarlos, aspiraba liquidarlos. Dios lo bendijo con una pegada de zurda tremenda que le permitió noquear a los 27 enemigos que enfrentó, 18 en el primer round. ¡Un bárbaro! Lastimosamente, ni siquiera la pasión que sentía por el boxeo fue capaz de ayudarlo a dejar atrás la violencia que padeció y terminó pagándola con su esposa Jennifer.

¿Cómo lo recordará la historia: el boxeador asesino o el asesino que practicó boxeo? ¿Cuántos episodios como el de Valero se presentan cada fin de semana en las barriadas caraqueñas plagadas de droga y violencia doméstica?

Está claro que su condición de figura pública le da notoriedad a su caso; sin embargo, no es muy distinto a lo que sucede en muchos hogares venezolanos. Cada hora que transcurre le pierdo respeto a su brillante trayectoria deportiva y lo ubico como un criminal más que se cansó de abusar de su esposa hasta matarla a sangre fría. Su especial estatus también le permitió gozar de ciertas prerrogativas. Los abusos de Valero no eran nuevos e igual siempre pudo zafarse gracias a esos tratos preferenciales.

La honestidad del boxeo queda en entredicho luego de que se conociera que el púgil venía consumiendo drogas desde el pasado mes de diciembre. ¿Cómo hizo Valero para superar todos los controles antidopaje previos a su pelea frente a Antonio De Marco en México? José Sulaimán, presidente del CMB, debería dejar las hipocresías (sus recientes declaraciones han sido patéticas) y ordenar una investigación.

Edwin Valero pudo haberse convertido en el mejor boxeador en la historia de Venezuela. Pudo, pero no pudo. Su naturaleza violenta le jugó una mala pasada y lo noqueó.

¿Terminará la espera?

No hay fanaticada en Venezuela más fiel que la de los Tiburones de La Guaira. Los años siguen pasando y el ansiado título no llega; sin embargo, los aficionados escualos no dejan de apoyar a su equipo, en una muestra tremenda de compromiso. Eso sí, cada temporada la presión ante la ausencia de campeonatos aumenta. La junta directiva del equipo ha tratado por todos los medios armar versiones competitivas.

Durante los primeros meses de 2010 han estado muy activos buscando darle solidez al róster para encarar la campaña que se avecina. Al equipo llegan Álex Cabrera, Luis Rodríguez y Máicer Izturis, tres peloteros de jerarquía, que pueden ser muy importantes en la medida en que se reporten temprano. La Guaira igual cuenta con un núcleo solvente que encabezan Oscar Salazar, Grégor Blanco y Max Ramírez.

El aporte de los brazos jóvenes (Ortega, Álvarez, Gómez) pudiera ser clave. Carlos Subero, por su parte, les da estabilidad. Las cosas parecieran estar en orden; falta ver si definitivamente consiguen luego de tantos esfuerzos regalarles esa corona que tanto se merecen sus fanáticos.ç

Las recetas de Mouriño

En la última semana se puso a prueba en par de ocasiones al mejor equipo fútbol del momento y en ambas falló. El Espanyol marcó un camino el sábado pasado en Cornellá-El Prat para contener al Barcelona (pressing en la salida, marcas escalonadas sobre Xavi y Messi, tapar las proyecciones de los laterales…) que de alguna forma siguió el Inter de José Mouriño para complicarle la vida al conjunto catalán tanto en la liga como en Champions.

El Barca sufrió en el derby catalán más de la cuenta, pero su rival no pudo capitalizar el bajón culé por su falta de pegada. En San Siro, no obstante, la historia fue distinta, ya que al frente estaba una oncena no sólo muy bien preparada tácticamente, sino también dueña de figuras que entregaron todo por la causa neroazzurra.

Mouriño es un ganador, de eso nadie puede tener dudas. Su capacidad de alcanzar resultados, sobre todo en casa, es notable. Si logra sacar de carrera al Barcelona, falta todavía la vuelta, y evitar que disputen la final en el Bernabéu, Mouriño dirigirá el primero de muchos partidos en la Casa Blanca.

Por: Francisco Blavia/Líder

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