En 2002 el presidente de la República Argentina, Fernando De La Rúa, fue al programa del galardonado conductor Marcelo Tinelli llamado Videomatch, un show televisivo basado en bromas de cámara escondida y por donde desfilaban importante figuras del espectáculo argentino.
En dicho programa había un imitador de De La Rúa quien caricaturizaba al presidente como un tipo torpe y lento, lo cual era cierto, la visita del presidente fue desastrosa, en plena participación un joven se acercó y lo increpó llamándolo hijo de puta por un tema puntual en su comunidad, la entrevista prosiguió con De La Rúa saludando a la esposa del presentador pero cambiándole el nombre (Laura por Paula) y culminó con su famosa salida por el lado equivocado del set.
Un año después de su derrocamiento De La Rúa acusó a Tinelli, un periodista deportivo prestado al espectáculo, de ser el principal culpable de la caída de su gobierno.
En Venezuela los periodistas son señalados diariamente de ejercer mal su profesión, siempre apuntados por personas que nunca estudiaron Comunicación Social, que desconocen la difícil pero agradable tarea que es el periodismo, una carrera que es subpagada y subvalorada, en la cual se trabajan largas horas y que cuando algo sale mal el periodista es automaticamente el chivo expiatorio.
Los periodistas están para informar, no para rendirle pleitesía a nadie, la ética debe prevalecer pero en los últimos años eso ha deaparecido, el periodista ha sido endiosado e insistentemente ha querido ser a la fuerza el protagonista, perdiendo de esta forma su norte, que no es otro que llevarle a las masas la información.
La prepotencia de muchos dirigentes políticos, deportivos, religiosos han encontrado como blanco a la prensa quienes descargan sus frustraciones e incapacidades en ella, dejando en entredicho que si algo pasa los culpables son los periodistas.
La prensa independiente, esa que tiene la capacidad de analizar y opinar sin la necesidad de alabar de más a un político, deportista o dirigente es la que incomoda, la que causa escozor y que inmediatamente se convierte en enemigo de cualquiera que difiera de su opinión.
La mayoría de los procesos (de todos los ámbitos) tienen sus críticos, es el deber ser, no siempre se puede estar de acuerdo con algo, y ahí radica la libertad de prensa y de opinión, ahora, si quien ocupa un cargo público no tiene el cuero lo suficientemente duro para soporta la más mínima crítica entonces no está preparado para ejercer dicho puesto de poder.
La prensa permisiva es la que enferma, esa que se convierte en un séquito, donde todo lo que diga su patrón es santa palabra, esa que se saca fotos con las estrellas, esa que lee la prensa y las redes sociales buscando las críticas para hacerle un dossier a su jefe olvidando muchas veces de donde vino y dejando de lado sus principios para convertirse en un perro faldero.
Desde que el periodismo existe la mayoría de los que reciben críticas con base se han convertido en jueces y verdugos del periodismo libre. Y es que al final de todo proceso, la prensa tiene la culpa de todo…
Gabriel Chávez / @GaboChavez
