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Este es el año del pitcheo en las mayores

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Matt Garza se cubrió de gloria frente a los Tigres con no hit no run.

Matt Garza se cubrió de gloria frente a los Tigres con no hit no run.

Adiós a la era de los esteroides y jonrones, sea bienvenida la era del pitcheo.  La frase es contundente y, quizás suene exagerada, pero a juzgar por lo visto en los últimos tiempos -sobre todo en la presente temporada-, los que están mandando en Grandes Ligas son los que trabajan desde la lomita.

Sin incluir la jornada de ayer, en 24 ocasiones esta campaña, el pitcher abridor ha llegado al séptimo inning sin permitir hits o carreras. Se ha concretado el no hit no run en 5 oportunidades, de las cuales 2 han sido juegos perfectos. Pudieran ser 3 por lo de Armando Galarraga, pero como todos saben, al árbitro Jim Joyce se le ocurrió cantar quieto el último out de aquel partido.

Con mucha frecuencia un pitcher coquetea con la historia en este 2010. El último que inscribió su nombre en los libros fue Matt Garza esta semana, quien logró el primer «no hitter» para la franquicia de los Rayas de Tampa Bay.

¿Todo esto será circunstancial o en verdad el pitcheo está más difícil que en otras temporadas? «Pudiera ser el comienzo del renacimiento del pitcheo, porque muchos lanzadores son bastante jóvenes», estimó Gabriel Schecter, un investigador del Salón de la Fama. «Eso fue lo que ocurrió en la década de los sesenta».

Pero no hace falta llenarse de polvo revisando estadísticas de hace 50 años, para saber lo bien que está el pitcheo ahora.

La efectividad colectiva en la Liga Nacional es de 4.10, mientras que la Americana está en 4.21; es decir, las mejores en los últimos 15 años. «Ahora enfrentas a tres ases por equipo», compara Johnny Damon, quien se encuentra en su zafra 16 en Grandes Ligas. «Lanzan más fuerte. Los abridores están entre 93 o 95 millas y luego vienen los relevistas igual de duros», remató el designado de los Tigres de Detroit.

Según otros, la «limpieza» del juego se está viendo traducida en el terreno, gracias al mayor control y prohibición de los esteroides. «Sin duda que eso ayuda», soltó George Sherrill, relevista con 7 años de servicio en la Gran Carpa. «Ahora todo está más nivelado».

«La ausencia de esteroides favorece más al pitcheo que al bateo. La merma de cuadrangulares mantiene los juegos con pocas carreras», explicó un agente.

Otro aspecto a considerar es que los gerentes generales, conscientes de la situación, han ensamblado sus equipos basados más en pitcheo y defensa.

Saben que si buscan el poder, no lo encontrarán como en épocas anteriores. Es que el promedio de cuadrangulares por juego lo recalca: el pitcheo ha retomado su trono y nadie sabe hasta cuándo.

Por: José Manuel Fernández/El Universal

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